Son casi las seis de la tarde y una danza frenética de buses y gente da comienzo a la noche guatemalteca, la gente huye de la noche y los buses devoran a las masas convirtiéndolas en su bolo alimenticio con olor a sudor y sufrimiento. Hay que huir, hay que llegar a casa no importa como, hay que dejar las calles vacías para las mujeres de fantasía y los fantasmas creados por el tiner y pegamento, que olvidaron que un día fueron hombres para que no les duela.
La luna trata de esconderse entre las nubes, nos mira con tristeza y al mismo tiempo agradece no ser parte de esta frenética lucha diaria, da gracias por ser solo espectadora y la inspiración de muchos que no tienen su misma suerte.
La ciudad trata de cobijarnos, trata de calentarnos lo mas que puede entre sus paredes de adobe pintado de amarillo y adornado con telarañas y nos mira con lastima, mientras se limpia la sangre derramada de sus hijos por sus propios hijos. Hay que dormir por que mañana nos espera más de lo mismo.
Me voy a mudar de acá
Hace 6 años
1 comentarios:
Demasiada realidad. Demasiado sufrimiento.
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