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Aqui...


Son casi las seis de la tarde y tengo la vista puesta en un cerro, desde el cual tengo una vista perfecta al océano atlántico latinoamericano, es un atardecer hermoso típico de diciembre y la brisa fresca del mar pega de lleno en mi cara, no le puedo pedir nada mas a la vida, si pudiera morir ahora mismo sería feliz, no me hace falta nada. Pero la vida real no es así y a menos de que fuera millonario estos instantes duran y seguirán durando solo un segundo en mi vida, un segundo hermoso y perfecto pero solo un segundo.
Vamos pues de vuelta a la realidad.



Y nada describe mejor lo que siento ahora mismo que este video...


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Mas de lo mismo...


Son casi las seis de la tarde y una danza frenética de buses y gente da comienzo a la noche guatemalteca, la gente huye de la noche y los buses devoran a las masas convirtiéndolas en su bolo alimenticio con olor a sudor y sufrimiento. Hay que huir, hay que llegar a casa no importa como, hay que dejar las calles vacías para las mujeres de fantasía y los fantasmas creados por el tiner y pegamento, que olvidaron que un día fueron hombres para que no les duela.

La luna trata de esconderse entre las nubes, nos mira con tristeza y al mismo tiempo agradece no ser parte de esta frenética lucha diaria, da gracias por ser solo espectadora y la inspiración de muchos que no tienen su misma suerte.

La ciudad trata de cobijarnos, trata de calentarnos lo mas que puede entre sus paredes de adobe pintado de amarillo y adornado con telarañas y nos mira con lastima, mientras se limpia la sangre derramada de sus hijos por sus propios hijos. Hay que dormir por que mañana nos espera más de lo mismo.